Proyecto español valoriza neumáticos usados para producir pastillas de freno para vehículos

El caucho sintético es un componente habitual en las pastillas de freno de vehículos, pero una investigación española del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Sistema Colectivo de Gestión de Neumáticos Usados (Signus) ha puesto en valor el uso de caucho procedente de neumáticos usados como un material igual de efectivo, que además contribuye a la economía circular.

Prototipo de las pastillas de freno desarrolladas por CSIC en España / Imagen propiedad de CSIC

“Es mejor desgastar un caucho que ya está hecho y se va a tirar, que crear otro a partir de petróleo o de la corteza de árboles”, explicó a la agencia internacional de noticias EFE, el investigador del Instituto de Cerámica y Vidrio del CSIC, Juan Rubio, a quien se le ocurrió en 2018 esta idea para evitar “que se degrade el medioambiente” como consecuencia del desperdicio de “miles de toneladas” de neumáticos al final de su vida útil (NFVU).

Proyecto ‘TyreBrake’

Para lograr su objetivo, el investigador se contactó con los representantes del Sistema Colectivo de Gestión de Neumáticos Usados (Signus) de España y juntos han desarrollado en los tres últimos años el ‘Proyecto Tyrebrake’, que ha arrojado resultados “muy satisfactorios”: las pastillas de freno que contiene una proporción “de entre el 6 y el 8 %” de caucho reciclado” se comportan exactamente igual” que las fabricadas a partir de caucho sintético.

En 2020, Signus Ecovalor, empresa sin ánimo de lucro encargada de la gestión de neumáticos usados en España, recogió 176.718 toneladas de neumáticos fuera de uso, de las cuales 170.721 fueron transformadas en nuevos recursos en calidad de reutilización o revalorización, indican en su memoria anual.

Según Rubio, otros expertos ya habían seguido previamente esta línea de investigación, pero afirma que no habían desarrollado un producto capaz de traspasar las paredes del laboratorio para ponerse en práctica y llegar a las carreteras.

Mismo rendimiento

Una meta que sí ha alcanzado su equipo, puesto que el material que han creado, y que puede estar formado por “hasta 50 componentes distintos“, ha cumplido con los requisitos imprescindibles para ser homologado, como la resistencia al desgaste, el mantenimiento de una desaceleración estable durante el frenado, o la producción del menor ruido posible, además de contribuir a la valorización de NFVU.

Todos estos resultados, les han llevado a concluir que las pastillas podrían emplearse en todo tipo de vehículos, aunque Rubio confirma que “en un principio” están pensadas para turismos.

El proyecto, que ha sido calificado de “todo un éxito” por parte del técnico de Desarrollo e Innovación de Signus, Roberto Pérez, contribuyó a que Icer Brakes, una empresa española especializada en la fabricación de material de fricción, como pastillas de freno, se interesase por la idea y contactara con ellos para probar este nuevo material en sus propios laboratorios.

“Ya han adquirido el producto y están evaluando la viabilidad industrial”, comentó Pérez, al mismo tiempo que informaba de que la labor de Signus con ellos se limitaba a facilitarles los contactos de los suministradores de polvo de neumático, puesto que “estaban interesados en usar el mismo caucho reciclado que les habíamos entregado”.

Un interés que confía en que se extienda a otras empresas del sector, impulsado por la “tendencia actual en la búsqueda del empleo de materiales reciclados para la economía circular”, que según Pérez puede servir de “caldo de cultivo propicio” para que el caucho reciclado comience a utilizarse en más aplicaciones, aparte de las pastillas de freno.

Economía circular

Esta visión amable hacia el medioambiente la comparte el director técnico de Icer Brakes, Adelfio Zanat, quien asegura que este proceso “significa cerrar el círculo de la economía circular” a la par que ayudan a los fabricantes de neumáticos.

De momento las pruebas que han realizado “han dado buenos resultados”, y su compañero y responsable de formulación, Aitor Rueda, cuenta que ya se encuentran “en la etapa final” del desarrollo, por lo que explica que “si todo funciona correctamente” se podrían empezar a implantar en vehículos convencionales “a finales de año, o principios del siguiente”.

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