Mitos sobre limpieza del hogar provocan mayor daño medioambiental

Acciones tan cotidianas como trapear el suelo o lavar los platos sirven para mantener limpio el hogar, incluso para evitar enfermedades, pero también pueden resultar perjudiciales para el medio ambiente. Muchos productos de limpieza contienen sustancias químicas contaminantes y potencialmente peligrosas, no sólo para nuestra salud, sino también para la del planeta al acabar en el aire, el agua o en vertederos.

Fijarse en el etiquetado y usar únicamente la cantidad necesaria de producto son algunos de los consejos que ayudan para perjudicar menos el medio ambiente con la higiene diaria del hogar. “Se ha mejorado mucho desde los años 70 del siglo pasado, cuando había un descontrol absoluto”, señala Lorenzo Proia, investigador del Centro Tecnológico en Biodiversidad, Ecología y Tecnología y Gestión Ambiental y Alimentaria, de la Universidad Vic UCC de Cataluña, España.

Proia se refiere a la implantación de medidas como la prohibición de los surfactantes que producen espuma, el impulso de la biodegradabilidad de los productos o la depuración de las aguas residuales. Sin embargo, reconoce que siguen habiendo afectaciones, sobre todo en aguas dulces.

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Las principales recomendaciones

¿Qué podemos hacer para no ensuciar el planeta al limpiar el hogar o, al menos, para reducir este impacto? “Un consejo básico y esencial es usar la cantidad mínima necesaria, es decir, usar la dosis indicada. No por más producto vamos a obtener mejores resultados”, aseguran desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). De este modo “lograremos contaminar lo menos posible y el envase nos durará el máximo”, añade desde OCU.

Falsas creencias

“No es cierto que el producto que hace espuma limpie mejor o que cuanta más espuma, mejor. Esta no es más que la combinación del producto con el aire”, comenta el investigador ambiental. Proia aprovecha para acabar con otra falsa creencia. “No es cierto que el producto que hace espuma limpie mejor o que cuanta más espuma, mejor. Esta no es más que la combinación del producto con el aire y las espumas suelen ser más problemáticas a nivel de medio ambiente”, advierte el experto.

No hay que olvidar las alternativas naturales o caseras. Con agua, vinagre y jabón suave se puede limpiar toda la casa. Otros productos cotidianos también útiles son la sal, que actúa como quitamanchas para la ropa: el limón, para eliminar el óxido; o el bicarbonato, que sirve como desatascador y también para quitar la suciedad más incrustada.

Si estas alternativas no nos convencen, es importante leer atentamente las etiquetas de los productos de limpieza antes de comprarlos y optar por aquellos que sean ecológicos o bien menos agresivos con el medio ambiente y con envases reciclables.

El problema, según una reciente encuesta de la OCU sobre el comportamiento de los consumidores y el impacto ambiental de los detergentes, es que “el 87% de los españoles encuestados dice tener muy poca información” al respecto. OCU considera insuficiente la simple inclusión de una dirección web en el envase para que los usuarios vayan a buscar de manera proactiva esta información. De hecho, más de la mitad de los encuestados (el 58% de los españoles) ni siquiera se percatan, e incluso si lo hacen, muy pocos (el 3%) llegan a visitar estos sitios web.

Proyecto Clean

El objetivo es desarrollar una metodología que permitirá ofrecer información fiable al consumidor sobre el impacto que tienen los productos de limpieza que compra

La entidad está trabajando en un proyecto europeo cuyo objetivo es ayudar a los consumidores con información veraz sobre los detergentes domésticos. “El proyecto Clean se materializará en una metodología que permitirá ofrecer información fiable al consumidor sobre el impacto que tienen los productos de limpieza que compra”, explican desde OCU.

Más allá de dar herramientas al consumidor para que es coja las opciones menos perjudiciales, el investigador de la UVic-UCC señala que es necesario “invertir más en investigación y desarrollo para que nuestra higiene sea los menos perjudicial posible para el medio ambiente”. “La investigación es la clave”, concluye Proia.

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