Mapa expone, por primera vez, los peligros a lo largo de las rutas migratorias de las ballenas

Nuevo informe global de WWF y la comunidad científica hace un llamado urgente a salvaguardar a los cetáceos ante amenazas crecientes como colisiones con barcos.


Visión de los corredores azules para las ballenas, que combina datos de detección satelital de 845 sensores de 50 investigadores.

Un nuevo informe de WWF y sus socios proporciona el primer panorama completo de las migraciones de las ballenas y las amenazas que enfrentan en todos los océanos.

El estudio destaca cómo la acumulación de los impactos de la pesca industrial, las colisiones con barcos, la contaminación, la pérdida de hábitat y el cambio climático están creando un camino peligroso y a veces fatal para las especies marinas.

El informe “Protegiendo los corredores azules” visualiza por primera vez las rutas de 845 ballenas migratorias en todo el mundo, generadas por datos satelitales. Describe cómo las ballenas se enfrentan a amenazas múltiples y crecientes en sus hábitats oceánicos críticos, donde se alimentan, se aparean, dan a luz y amamantan a sus crías, y a lo largo de sus supercarreteras migratorias o “corredores azules”.

“El impacto total de las actividades humanas, como la pesca industrial, colisiones con barcos, la contaminación química, plástica y acústica, la pérdida de hábitat y el cambio climático, están creando un viaje peligroso y a veces fatal”, señala Chris Johnson, Líder Mundial para la Conservación de Ballenas y Delfines en WWF.

“La amenaza más mortal es el enredo en artes de pesca abandonados, que mata a unas 300.000 ballenas, delfines y marsopas cada año. Aún peor, esto sucede desde el Ártico hasta la Antártida”.

El informe es un análisis colaborativo de 30 años de datos científicos aportados por más de 50 grupos de investigación, con destacados científicos marinos de la Universidad Estatal de Oregon, la Universidad de California en Santa Cruz, la Universidad de Southampton y otros.

“Con los datos de los estudios de seguimiento satelital del estado de Oregon, vemos migraciones a través de aguas nacionales e internacionales que crean varios desafíos para la conservación y recuperación de sus poblaciones”, dijo el Dr. Daniel M. Palacios, del Instituto de Mamíferos Marinos de la Universidad Estatal de Oregon.

Los estudios de casos destacan los puntos críticos y los riesgos que enfrentan las ballenas en sus migraciones, algunas de las cuales pueden ser de miles de kilómetros cada año. Como resultado de estos peligros, seis de las 13 grandes especies de ballenas están clasificadas como vulnerables o en peligro por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), incluso después de décadas de protección de la caza comercial.

Entre las poblaciones de mayor riesgo se encuentra la ballena franca del Atlántico norte, que está en peligro crítico de extinción, una especie que migra entre Canadá y los Estados Unidos. Se encuentra en su punto más bajo en 20 años, con solo 336 individuos.

Se estima que un alarmante 86% de las ballenas francas identificadas se han enredado en artes de pesca al menos una vez en su vida. Una sola muerte pone en peligro la supervivencia de esta población. Entre 2017 y 2021, 34 ballenas francas del Atlántico norte murieron frente a las costas de Canadá y Estados Unidos por colisiones con barcos y enredos en artes de pesca.

“Protegiendo los Corredores Azules” exige un nuevo enfoque de conservación para hacer frente a estas amenazas y proteger a las ballenas, a través de una mayor cooperación a nivel local, regional e internacional. Se requiere de manera urgente un compromiso de las Naciones Unidas, que está lista para finalizar las negociaciones sobre un nuevo tratado para alta mar (las áreas más allá de la jurisdicción nacional) en marzo de 2022.

“En esta línea, tanto en Chile como en toda la zona del Pacífico, WWF está implementando una iniciativa de protección marina denominada Corredor Azul del Pacífico, que busca identificar áreas prioritarias para la conservación y soluciones para las ballenas migratorias cuyos hábitats críticos se encuentran en aguas de México, América Central, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, y la Antártica”, explica Yacqueline Montecinos, coordinadora de Biodiversidad Marina y Políticas Oceánicas de WWF Chile y líder de este proyecto regional.

Éste se centra, en una primera fase, en los hábitats de la ballena azul y la ballena jorobada, conectando a todos los países del Pacífico oriental para mitigar y controlar las crecientes amenazas transfronterizas.

“Entre éstas se cuentan la captura incidental, el transporte marítimo y el ruido oceánico en las zonas identificadas. Además, recomendará estrategias para hacer frente a esas amenazas, soluciones para mitigar los impactos mediante medidas de protección del hábitat y también conformará una red de expertos que trabajen en los corredores azules de la región”, agrega la experta chilena.

En el caso específico de Chile, el reporte considera rutas de navegación del Estrecho de Magallanes, por la intensidad del tráfico marítimo, y también del Golfo de Corvocado, al sur de Chiloé, donde se trabaja en un “Sistema de Alerta Acústica en Tiempo Real”.

Éste es desarrollado por WWF Chile y el Centro de Investigación Oceanográfica COPAS SUR-AUSTRAL de la Universidad de Concepción, iniciativa liderada por la Dra. Susannah Buchan. Su objetivo es alertar a las embarcaciones sobre el tránsito de ballenas en Corcovado.

 Movimientos a gran escala

“Como investigador, este informe proporciona una guía visual basada en la ciencia que apoya la gestión eficaz y las decisiones para crear redes de áreas marinas protegidas y garantizar que las ballenas tengan todas las oportunidades de prosperar”, dijo el Dr. Ari Friedlaender, ecólogo de ballenas de la Universidad de California Santa Cruz.

Los beneficios de los corredores azules protegidos se extienden mucho más allá de las ballenas. Cada vez hay más pruebas que muestran el papel fundamental que desempeñan las ballenas en el mantenimiento de la salud de los océanos y el clima global: una ballena captura la misma cantidad de carbono que miles de árboles.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima el valor de una sola gran ballena en más de 2 millones de dólares estadounidenses, lo que suma más de 1 billón de dólares estadounidenses para la población mundial actual de grandes ballenas.

“Este informe presenta algunos de los datos más completos hasta la fecha sobre los movimientos a gran escala de las ballenas a través de los océanos del mundo. La imagen emergente subraya la necesidad de una acción rápida y concertada y la inversión de recursos por parte de los gobiernos nacionales, los organismos internacionales, las comunidades locales, la industria y los grupos conservacionistas como WWF para detener este ataque submarino contra las ballenas y proteger estos corredores azules críticos”, dijo la Dra. Margaret Kinnard, líder global de Vida Silvestre en WWF.

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