Integración de comunidades y sostenibilidad: las claves del nuevo empresariado chileno

Columna de Opinión por Pablo Sepúlveda, Director de Innovación Social de Proyecta Impacto.

La Responsabilidad Social Empresarial, por definición, es el compromiso permanente de una empresa de contribuir y comportarse éticamente en lo económico, en el cuidado de sus trabajadores, comunidad local y la sociedad. Sin embargo, durante años, este concepto no se ha cumplido del todo, ya que muchas empresas siguieron operando de manera aislada y centradas exclusivamente en sus resultados financieros. En cambio, en los últimos años, las diferentes manifestaciones sociales, históricas luchas por el cuidado del medio ambiente y las demandas de las personas, han puesto el desafío en las organizaciones de cumplir de mejor manera dicho compromiso.

Hoy, con una crisis socio ambiental por delante, las empresas mediante sus tecnologías, fuerza laboral y capacidades, pueden cumplir un rol fundamental con la ayuda de soluciones que respondan a las necesidades de la comunidad. No obstante, para que éstas sean efectivas, no basta con que la organización las empuje, también será primordial la voluntad de las otras partes.

Por ello, la integración de las comunidades a diferentes organizaciones, significa incorporar una visión en que el negocio deja de ser ajeno a la sociedad en general, lo que implica hacerse cargo, como empresa, de su entorno y transformarse en un actor más para solucionar las problemáticas actuales. Para ello, lo primero es identificar quiénes son parte de dichas comunidades, entender cuáles son sus desafíos y preocupaciones, para luego analizar de qué manera la empresa puede ser parte de la solución.

Algunos mecanismos más específicos son incluir a las comunidades en los procesos de toma de decisión de la empresa, ya sea en directorios u otras instancias. Complementariamente, sería recomendable incluir procesos de divulgación de resultados económicos, sociales y ambientales hacia la comunidad, mostrando transparencia y confiabilidad del proceso.

Como todo acto positivo, trae consigo diferentes beneficios tanto empresariales como sociales, y es que para las personas se amplía el mercado laboral, aumentan los avances tecnológicos y abre la puerta a soluciones atingentes para sus problemáticas. Mientras que, por otra parte, las empresas mejoran su rendimiento económico, reducen costo de producción y desarrollan una mejor reputación.

Por tanto, el desafío del nuevo empresariado chileno se encuentra en el trabajo conjunto con las personas, atendiendo sus necesidades y protegiendo el medioambiente, lo que permitirá el avance de una economía más sostenible.

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