El cierre del Parque Nacional Torres del Paine producto de la pandemia ha favorecido a la flora y fauna del lugar

El guardaparque del Parque Nacional Torres del Paine, Gonzalo Cisternas, lleva 40 años recorriendo esta zona reservada. Ahora, durante la pandemia, ha sido testigo de los cambios que ha experimentado la flora y fauna del parque, pero también de cómo la ausencia del turismo afecta las arcas del área protegida. La organización de difusión ambientalista Mongabay Latam conversó con Cisternas sobre su labor en el parque durante la pandemia, en Agenda Sustentable presentamos un extracto de esta entrevista

Gonzalo Cisternas trabaja en el Parque Nacional Torres del Paine, uno de los que más visitas turísticas recibe al año en Chile. Lleva “tan solo” cuatro décadas como guardaparque de esta área protegida. Además, es uno de los pioneros del país, en realizar baños de bosque o Shinrin Yoku, una práctica que tiene su origen en Japón y consiste en recorrer y pasar tiempo en el bosque con el objetivo de mejorar la salud y conseguir bienestar proveniente de la naturaleza.

Oportunidad de descanso para la flora y fauna

Esta paralización ha sido una oportunidad para mirar con nuevos ojos cómo se está administrando el Parque Nacional Torres del Paine y todos las áreas protegidas en Chile. Para él, la fauna y flora necesitan un descanso del turismo cada cierto tiempo y este año se presentaron fenómenos naturales y comportamientos en la fauna que hace años no se veían en esta área protegida.
Pero esta situación golpeó fuertemente los ingresos del parque para su mantención y operación, “porque al haber menos visitas hay menos ingresos económicos, que eran parte del sustento. Ahora el Estado debe hacerse cargo y asumir un rol financiero con el parque que no ha tenido antes. A las arcas fiscales no le va a llegar nada por concepto de entradas al parque, porque no podemos generar nada”, comenta Cisternas.

Solo nueve días abierto

El parque reabrió sus puertas al turismo el 1 de septiembre, pero nueve días después cerró nuevamente debido al aumento de contagios en la ciudad de entrada a esta reserva natural, Puerto Natales. Pero también otro de los motivos del temprano cierre se debió a que siete guardaparques resultaron positivos al COVID-19. ¿Qué ocurrió?

Según relata Gonzalo Cisternas, “lo que vivimos sirve como ejemplo para otras áreas naturales. La reapertura fue de forma gradual, evaluando los riesgos de cada sector, respetando los protocolos y la seguridad. Las aperturas son una tremenda oportunidad para que las personas puedan ir a reconectarse con la naturaleza. Pero siempre está el riesgo. Uno como funcionario tiene las medidas de seguridad, pero desconoce la realidad detrás de las personas que asisten y por eso hoy la campaña educativa es tan importante para que los visitantes puedan venir. No tenemos certeza de cómo se contagiaron nuestros siete compañeros, pero gracias a Dios estuvieron en buenas condiciones y no presentaron cuadros graves. Luego de eso, se cerró nuevamente el parque”, explicó.

Eventos naturales poco comunes

Durante el periodo de cierre se vivieron algunos cambios en el comportamiento de los animales, explica Cisternas. “Por ejemplo, en el caso de las aves, comenzaron a formar su nido en invierno, a mediados de agosto, normalmente las aves inician esta actividad en primavera, en el mes de septiembre. En ese momento vimos aves rapaces llevando ramitas para sus nidos y también observamos cortejos. Como no hay perturbación humana y no hay estrés que altere su conducta, volvieron a la normalidad. En la fauna mayor, como en los casos de los guanacos o el puma, es muy interesante que han recuperado el territorio que antes les era excluido por caminos, fragmentando su hábitat. Es importante monitorear y estudiar ahora, porque no vamos a tener otro escenario como este. Como hay menos contaminación y menos ruido, han podido transitar por su corredor biológico, lo cual debería ser siempre lo normal”.

Proyecto de conservación

Aprovechando este cierre temporal, se están ejecutando en este parque algunos proyectos de conservación de especies. “Hay un proyecto con el huemul, que es nuestra especie bandera. Es muy importante lo que estamos haciendo para monitorearlo y hacer análisis de la presencia o ausencia de una enfermedad que es transmitida por animales de pezuña partida, como las vacas que tienen los vecinos. Hay un tema de tenencia responsable para que sus animales estén confinados en los predios ganaderos y no dentro del parque porque ocasiona un riesgo por la transmisión de esas enfermedades”, explicó el guardaparques.

Otro proyecto de conservación es con el Tucu Tucu de Magallanes, una especie de roedor de la zona austral. “Existe un plan nacional de conservación y estamos monitoreando para saber la cantidad y el estado sanitario de esta especie que ha aumentado su presencia en el territorio” aseguró Cisternas.

También recuerda que están abordando, desde el control y monitoreo, al visón, una especie exótica invasora muy agresiva y carnívora. “Se alimenta de los huevos de las aves y es agresiva con los polluelos, hay que evitar que llegue al parque desde la frontera con Argentina, a través de los cauces de agua. El plan de monitoreo busca educar para la conservación y lo hacemos en cada puerta, explicando la apariencia del visón y sus características, porque normalmente la gente lo confunde con el hurón, una especie de mustélido de la misma familia del chingue y la nutria, pero que es completamente distinto”, aclara.

Descanso a la naturaleza

Las áreas que tienen una gran cantidad de visitas concentrada en cortos periodos de tiempo, como Torres del Paine, necesitan que se implementen estos periodos de reposo del ecosistema. La perturbación que ocasiona el humano es muy grande y hasta hoy no nos habíamos dado cuenta. Pienso que esos descansos serían importantes para cumplir ciertos objetivos. Por ejemplo, parques que tienen baja dotación de guardaparques pierden oportunidades de realizar proyectos de monitoreo y conservación porque deben preocuparse por orientar y cuidar a sus visitantes. Si uno se enfoca en esto se distrae de labores como el monitoreo y la conservación. Tener tiempo de descanso beneficiaría a la naturaleza para que pueda regenerarse y permitiría destinar más tiempo a proyectos de conservación, sobre todo porque este parque lleva más de 60 años operando sin descanso.

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