Mortandad de peces y crustáceos en el Mar Menor de España se estima en 8 toneladas

Retiro de peces muertos en una de las orillas del Mar Muerto / Imagen Agencia EFE – Juan Carlos Caval

El Mar Menor es una de las mayores lagunas litorales del Mediterráneo y ocupa unas 13.500 hectáreas de la costa de la Región de Murcia, en España. Desde hace dos semanas vive la más grande mortandad de peces y crustáceos de la que se tenga información, acumulando al menos 8 toneladas en sus orillas.

Hasta hace apenas cinco años el Mar Menor se caracterizaba por unas aguas hipersalinas y cristalinas que lo diferenciaban de otras muchas lagunas litorales europeas de aguas turbias y salobres.

Esa transparencia era fruto de unas aguas oligotróficas (escasez de nutrientes) y permitía la existencia de una laguna controlada por el fitobentos (las comunidades de plantas ancladas en el sedimento lagunar) al llegar la luz al fondo sin problemas.

Antes de la crisis actual, el Mar Menor había sufrido la presión de la minería de metales, con vertidos masivos al principio y drenaje de las estructuras mineras residuales después, y la de la actividad urbanística y sus infraestructuras turísticas asociadas (urbanizaciones, playas artificiales y puertos deportivos).

Estos factores alteraron la laguna, pero su funcionamiento básico no cambió sustancialmente.

Consecuencias de la agricultura industrial

La presente crisis tiene sus orígenes en la agricultura industrial de la zona.

En efecto, en sucesivos periodos y con distinto grado de legalidad se incrementaron los regadíos hasta acercarse a las 60.000 hectáreas. Cada hectárea lagunar sufre la influencia de cuatro hectáreas de regadíos intensivos, ese es el ratio. Esto provoca que los abonos (nitratos y fosfatos) se vierten en las parcelas de cultivo, pero una parte termina por distintas vías en la laguna y eutrofiza sus aguas (produce una sobreabundancia de nutrientes).

Se estima que del total de nutrientes que llegan al Mar Menor, el 85% tiene su origen en la agricultura industrial.

Durante varias décadas, el Mar Menor fue capaz de absorber este exceso de nutrientes, pero a finales de 2015 e inicios de 2016 todo cambió. Los mecanismos naturales fueron incapaces de absorber más y más nutrientes, especialmente los nutrientes adicionales de las salmueras tras la desalación de las aguas subterráneas. Así, estos quedaron disponibles para el plancton, y ese invierno -más cálido de lo normal- hubo una explosión masiva de fitoplancton.

Los valores del parámetro clorofila-a (que sirve para medir estos procesos) se dispararon. El agua se puso turbia y dejó de llegar luz al fondo de la laguna. Esta turbidez se alargó durante meses y las comunidades del fitobentos no fueron capaces de sobrevivir sin luz y murieron en un 85%. Toda esa materia muerta (plantas y animales) demandó cantidades ingentes de oxígeno y todo ello derivó en unos primeros episodios de anóxia (ausencia de oxígeno). Cientos de caracolas (Hexaplex trunculus) salieron a la orilla para morir asfixiadas, junto con peces y otra fauna diversa. El Mar Menor había cambiado totalmente su funcionamiento. Ya no estaba controlado por el fitobentos. Ahora el plancton de la columna de agua era el que metabolizaba los nutrientes disponibles. Todo había cambiado. Adiós a las aguas cristalinas.

Un Mar Menor de aguas verdes turbias y sedimentos pútridos había emergido para quedarse. Los fondos a partir de los tres o cuatro metros eran prácticamente anóxicos. Solo las partes más superficiales mantenían ciertos niveles de oxigenación. La crisis eutrófica se había manifestado. El colapso ambiental del Mar Menor era ya una realidad.

La nueva realidad del Mar Menor

Este nuevo Mar Menor eutrófico es muy distinto en su ecología y mucho menos atractivo turísticamente. La crisis ambiental arrastró al sector turístico y a las pesquerías en un primer momento. Las fichas del dominó ecológico se estaban precipitando. Además, la capacidad de resiliencia del Mar Menor (de admitir nutrientes sin grandes alteraciones) se redujo drásticamente.

La crisis actual

Considerado el más grave de la historia de la laguna salada, la crisis actual por la mortandad masiva de peces es un tema que moviliza al Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) y la Asociación de Naturalistas del Sureste (Anse), quienes han elevado hasta las 8 toneladas su estimación sobre la cantidad de peces y crustáceos muertos por la falta de oxígeno en el Mar Menor iniciado hace dos fines de semana.

En un comunicado conjunto con motivo de la presentación de su campaña “No más veneno al Mar Menor” ambas instituciones informaron a la sociedad sobre las causas del colapso y animarla a que se sume a ella para pedir a las administraciones que salven la mayor albufera salada de Europa de la “contaminación procedente del regadío intensivo e ilegal”, que suma más de 8.500 hectáreas en la comarca del Campo de Cartagena, en Murcia.

Recuerdan que es la historia de una tragedia anunciada por llevar ambas organizaciones años denunciando la pasividad de las administraciones que han permitido multiplicar casi por diez la superficie de cultivos regados en los últimos 40 años, hasta casi 50.000 hectáreas, como denunciaron en su informe “La burbuja del regadío”.

Con menos vertidos que antes, el daño ahora es mayor, por lo que tenemos que ser aún más exigentes con los drenajes agrarios, indicaron.

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