Microrreservas: la estrategia que puede salvar de la extinción al pequeño picaflor de Arica
La estimación poblacional de 2019 arrojó 492 individuos aproximadamente. La pérdida de su hábitat y el uso de pesticidas amenazan la vida de esta pequeña ave, de la que desde 2003 se alertó del declive de su población, sin embargo los esfuerzos para su conservación recién comenzaron en 2019. Así lo informa una publicación de la organización ambientalista Mongabay Latam de la que presentamos un extracto.
Trabajadores del Servicio Agrícola Ganadero (SAG) alertaron, en 2003, que la población del picaflor de Arica (Eulidia yarrellii) estaba desapareciendo. Los ornitólogos lo confirmaron luego, ya que cada vez era más difícil avistar a esta pequeña ave. Estos antecedentes sirvieron como base para que un grupo de investigadores, liderado por Cristián Estades, Ingeniero Forestal de la Universidad de Chile, implementara el primer censo poblacional de esta especie.
Los resultados fueron críticos: solo quedaban 1600 individuos. Desde entonces los números no han hecho más que bajar y actualmente esta especie, también conocida como Estrellita Chilena o Colibrí de Cara Rosada, es considerada el ave más amenazada del país y está clasificada en Peligro Crítico de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Sin embargo, esta ave abriga todavía una esperanza que se consolidó con la creación del Monumento Natural Picaflor de Arica y la implementación de «microrreservas» para proteger la población de esta especie.
Estos lugares, que se han transformado en espacios clave para la preservación de esta ave, fueron el resultado del trabajo constante del monitoreo que nació en 2003 de la mano de Cristián Estades. A partir de ese año, cada mes de octubre un grupo de profesionales viaja hasta la región de Arica Parinacota, para internarse por 10 días en los paisajes más áridos del mundo y contabilizar a estos pequeños individuos que no miden más de 90 milímetros de largo y su peso apenas alcanza los 3 gramos.
“No es un trabajo fácil”, recalca el ingeniero forestal, pues además de soportar las altas temperaturas de clima seco, los investigadores deben lidiar con la similitud de otros colibríes. Uno de ellos es el picaflor de Cora (Thaumastura cora), originario del Perú, y el otro es el picaflor del norte (Rhodopis vesper). “Hay que tener un ojo muy entrenado para no confundir la especie y además para poder avistarla”, afirma Estades.
Desde el inicio de la investigación se pudo comprobar que los especímenes el picaflor de Arica estaban distribuidos principalmente en tres valles: Azapa, Camarones y Vítor, que incluye la localidad de Chaca y Codpa. Además, el análisis estableció que la especie es endémica de estos valles, es decir, que solo habitan en esos espacios.
Registros más actuales, sin embargo, han revelado que en el valle de Azapa la especie se encuentra “prácticamente extinta”, debido a que gran parte de la vegetación natural de la zona ha sido reemplazada por la agricultura. Estades cuenta que plantaciones de tomates, olivos y hortalizas cubren grandes extensiones del valle de Azapa, destruyendo gran parte del hábitat del picaflor de Arica. “Existe menos del 10 % de vegetación nativa en Azapa”, afirma el investigador, lo que constituye la principal causa del declive poblacional de la especie.
Según Estades, en los últimos 10 años, la Estrellita Chilena del valle de Azapa se ha deteriorado de manera estrepitosa debido a que los agricultores de la zona usan mallas antiáfidos en reemplazo de los pesticidas que tienen un mayor costo. Estas mallas se caracterizan por ser de una tela muy fina que permite la entrada de aire, pero no de los insectos que se alimentan de los árboles y plantas.
El estado del colibrí de Cara Rosada podría empeorar más, ya que todo parece indicar que esta idea de ‘agricultura protegida’ se implementará también en el valle de Vítor, pues cuenta el investigador que ya se observan las primeras mallas antiáfidos en ese territorio, agregando que es lamentable ver “mares plásticos” en estos valles.
No obstante, existe un lugar esperanzador en la recuperación del hábitat del picaflor de Arica: el valle de Camarones. Allí se realiza una agricultura más extensiva, es decir, que ocupa mayor superficie, pero al contrario de los demás valles está enfocada en la ganadería y por lo tanto se adapta de mejor forma al hábitat de esta pequeña ave, cuenta el ingeniero forestal. De hecho, en este sector vive la mayor parte de los individuos censados, una porción de la población del colibrí que es la “cuenta bancaria” de la especie, dice el experto, por lo que agrega que se trata de “un valle clave”.
Monumento Natural Picaflor de Arica
El Monumento Natural Picaflor de Arica (MNPA) posee una extensión de 10,8 hectáreas y está ubicado en el valle de Chaca. Esta área protegida se creó en 2019 luego de que los investigadores de Aves Chile la identificaran como un sitio clave para la nidificación del amenazado picaflor. Héctor Peñaranda, director regional de Corporación Nacional Forestal (CONAF), entidad que administra el parque, cuenta que “esta área es un logro ya que permitirá aportar a este sueño de recuperar las poblaciones de esta especie”.
Aquí existe un ecosistema denominado ‘bosque espinoso tropical interior del Chañar (Geoffroea decorticans) y del Algarrobo blanco (Prosopis alba)’, dos árboles entre los cuales el picaflor de Arica puede vivir y reproducirse, cuenta Joel Meri, funcionario de CONAF de la región Arica y Parinacota y único guardaparques del lugar.
Los últimos refugios: las microrreservas
Existen antiguos relatos que cuentan que durante mucho tiempo la Estrellita Chilena fue un ave muy común en la ciudad de Arica. Visitaba árboles floridos, jardines y plaza, y hasta se hablaba de que en ciertos lugares de la zona existían verdaderos “enjambres” del picaflor. Esta situación contrasta diametralmente con el estado crítico actual de la especie. Datos recientes indican que desde la primera estimación poblacional del ave en 2003 (1600 individuos), la población en 2019 se ha reducido a menos de 492 y un estudio realizado por investigadores de Aves Chile sentencia que existe una alta probabilidad de que la especie se extinga durante la próxima década.
El picaflor de Arica —junto con el huemul (Hippocamelus bisulcus), el queule (Gomortega keule) y el zorro de Darwin (Lycalopex fulvipes)— es parte del Proyecto para la Conservación de Especies Amenazadas, una iniciativa impulsada por el Ministerio del Medio Ambiente (MMA) en conjunto con la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), y que cuenta con el financiamiento del Global Environment Facility (GEF). Este proyecto tiene como objetivo incorporar criterios de conservación de estas especies cuyos hábitat “ricos en biodiversidad y altos en endemismo de especies se han visto amenazados por prácticas productivas no sostenibles”, cuenta Paula Arévalo, Coordinadora Regional del proyecto que incluye La Red Microrreservas.
Estos territorios que reciben la denominación de Zonas de Destinación para la Conservación, pretenden ser parte del Servicio Nacional de Áreas Terrestres Protegidas (SNASPE) y así ser declaradas áreas protegidas. Existe la intención, por parte del MMA y CONAF, de traspasar estos cinco polígonos al Monumento Nacional Picaflor de Arica convirtiéndose “en un corredor de la biodiversidad único en la región”, dice Arévalo. Agrega que son áreas que sirven no solamente para la conservación del picaflor de Arica, sino también para la flora nativa y para una serie de reptiles que habitan en la zona.
Por su parte Cristian Estades, pionero en el estudio de la Estrellita Chilena, sostiene que con suficientes recursos financieros se puede salvar la especie ya que el conocimiento técnico para resolver el problema, existe.