El parque nacional del Archipiélago de Juan Fernández rico en biodiversidad se defiende de especies invasoras

Mar de Juan Fernández, a 670 kilómetros de la costa de Valparaíso, un Área Marina Costera Protegida de Múltiples Usos en Chile. Foto de Oceana I Manu San Félix.

Posee una tasa de endemismo de 63,4 %, superior a la de Galápagos o Hawaii. En ese escenario, la fardela blanca, ave migratoria y nidificante endémica de Juan Fernández, es la primera ave marina protegida dentro de un plan de conservación a nivel nacional.

Uno de los lugares más asombrosos y misteriosos del planeta está en Chile. Un archipiélago rico en biodiversidad tanto marina como terrestre que alberga especies que no habitan en ningún otro lugar del mundo. Se trata del Parque Nacional Archipiélago Juan Fernández (PNAJF).

En esta tierra recóndita abundan leyendas, como la que inspiró la célebre novela de Robinson Crusoe de Daniel Defoe —y que da nombre a una de sus islas—; historias de piratas, de corsarios y de hasta un antiguo tesoro escondido que afanados buscadores aún intentan desenterrar.

Este lugar, es también un ejemplo mágico de cómo la vida logra restablecer sus atributos y niveles de biodiversidad en los sitios más degradados por el desarrollo humano.

Guillermo Araya, administrador del PNAJF, cuenta que a pesar de ser un territorio con un ecosistema único, está considerado dentro de las diez ecorregiones con mayores amenazas a nivel mundial. Esto, debido a las actividades y eventos provocados por el ser humano, como los incendios forestales, la tala de flora nativa y la introducción de especies exóticas invasoras que han puesto en peligro la frágil y rica biodiversidad del archipiélago.

Desde años, científicos y guardaparques vienen trabajando en la erradicación de estas especies con algunos ejemplos exitosos que han permitido, por ejemplo, que la fardela blanca, un ave marina Vulnerable a la extinción, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), aumente su número de parejas reproductivas hasta en un 40 %.

Made in Chile

Según la bióloga y jefa de la sección de conservación de la diversidad biológica de la Corporación Nacional Forestal (CONAF), Javiera Meza, lo que más destaca del PNAJF es su endemismo, es decir, la presencia de especies únicas que no existen en otro lugar del mundo. Esta área protegida es un pequeño gigante que se caracteriza por ser un ecosistema de gran riqueza, con 213 especies de flora nativa, de las cuales 135 son endémicas. Una tasa de endemismo del 63,4 %, una de las más altas en el mundo, superando a Galápagos o Hawaii.

Este tesoro natural, ubicado en el Océano Pacífico, a 800 kilómetros al oeste de Santiago de Chile, fue declarado en 1977 Reserva de la Biósfera por la UNESCO. En total, no sobrepasa las 10 mil hectáreas y su territorio lo componen tres islas: Robinson Crusoe, la única habitada durante todo el año; Alejandro Selkirk, la más joven y con las mayores alturas del archipiélago, y la pequeña isla Santa Clara.

Especies invasoras

El origen volcánico del archipiélago explica la geografía de las tres islas que componen el PNAJF. Las condiciones de viento y salinidad presentes han generado procesos erosivos en su topografía y devastado sus recursos naturales, situación que la convierte en una zona que presenta múltiples amenazas para su biodiversidad.

Los incendios forestales y la tala de flora nativa llegó a extinguir ocho especies de las cuales dos arbustos han sido redescubiertos por guardaparques de CONAF.

Otra de las principales amenazas “muy silenciosas pero muy agresivas” para el bosque nativo, según comenta el administrador de este parque nacional, son las especies vegetales conocidas como las 3 M, mora o zarzamora, murta y maqui, en complicidad con las aves zorzales, que está declarado por la ley de caza como una especie dañina para los ecosistemas de Juan Fernández, ya que se alimenta y transporta de un lugar a otro las semillas de plantas invasoras como la mora y el maqui. A esto se suman tres especies de roedores invasores que consumen más del 40 % de las semillas en el bosque endémico.

Por otra parte, la introducción del conejo europeo, coatí y gatos asilvestrados, destruyen el ecosistema debido a que compiten por alimento y hábitat con las especies endémicas de la zona.

Araya cuenta que se están realizando acciones para el control de las 3 M para la restauración ecológica del bosque nativo, además de proyectos cuya prioridad es la erradicación del zorzal y el control de conejos y coatíes en un sector de la isla Robinson Crusoe.

Ese esfuerzo no es nuevo. Desde la creación del PNAJF en 1935, CONAF ha implementado una serie de iniciativas tendientes a restaurar los ecosistemas degradados de las islas. En 1999, gracias al programa de control del conejo del Proyecto de Cooperación Internacional Juan Fernández Gobierno de los Países Bajos, se recopilaron datos que indicaban la alarmante cifra de 65 conejos por hectárea en isla Santa Clara.

Fardela Blanca

Una de las especies más afectadas por esto era la Fardela Blanca, ave marina que la mayor parte del tiempo vive en el mar, en las costas de Baja California, Estados Unidos, y desde noviembre hasta mediados de mayo vuela 20 mil kilómetros hacia el sur para anidar, durante el verano austral, únicamente en tres islas de Chile: Robinson Crusoe y Santa Clara e isla Mocha. Esta última en la región del Bío Bío.

Esta especie, declarada en peligro de extinción por el gobierno chileno en 2008, excava madrigueras en el suelo para reproducirse. Los conejos representaban así una grave amenaza para ellas, ya que usurpaban sus madrigueras para criar a sus propias crías dejando a merced de los depredadores el único huevo que pone la fardela.

Que la Fardela blanca perdure en el tiempo y logre recuperarse de su amenazado estado, depende en gran medida de las acciones que se puedan llevar a cabo en Chile, el único lugar en el planeta donde se reproduce. “Buena parte de la conservación de esta ave marina se juega en las acciones que nosotros hacemos dentro de Chile”, confirma el Director Ejecutivo de la Red de Observadores de aves y Vida Silvestre, Ivo Tejeda.

Es así como el plan para proteger el fardelario en Robinson Crusoe es parte del plan Recuperación, Conservación y Gestión (RECOGE), liderado por el Ministerio del Medio Ambiente en alianza con CONAF, la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura, el Instituto de Fomento Pesquero y Oikonos. Con esto, según destaca Gutiérrez, la fardela blanca pasa a ser la primera ave marina protegida dentro de un plan de conservación a nivel nacional.

Comparte esta noticia