Día Mundial del Pangolín: El mamífero cuyo exótico atractivo lo tiene al borde de la extinción y sindicado como posible transmisor del coronavirus

Cada tercer sábado de febrero se celebra el Día Mundial del Pangolín, un animal poco conocido en el mundo, pero que arrastra el 20% del tráfico internacional de fauna salvaje por sus supuestas propiedades curativas. Este mamífero, el más extraño de todos, porque no tiene pelos ni dientes y su cuerpo está cubierto de escamas, durante las últimas semanas comenzó a hacerse conocido -según consigna la Agencia EFEVerde- porque científicos chinos han puesto el foco en el pangolín luego que investigaciones elaboradas por universidades de ese país, constataran “un grado de coincidencia bastante alto como posible transmisor del coronavirus entre la fuente de origen, una especie de murciélago, y el humano”.

La prohibición temporal de consumir este animal, junto a otras especies salvajes, adoptada por China, “coincide con una de las peticiones que se está realizando desde las organizaciones conservacionistas para que no se permita su uso doméstico”, manifestó a la agencia informativa la responsable del programa de especies amenazadas de la organización Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), Gema Rodríguez, quien afirma que esta medida “genera un alivio para su situación”.

En efecto, el pangolín constituye uno de los ejemplos de “mayor acoso por parte del ser humano equiparable al producido en otras épocas, como durante la gran caza de ballenas de 1900”, comenta la representante de WWF.

Su exótico atractivo lo ha convertido en un animal mítico al tiempo de atribuírsele propiedades curativas a esas pequeñas láminas que recubren su cuerpo, las que servirían para curar enfermedades de la piel y una serie de otras dolencia. También se le atribuye a su carne cualidades benéficas para los riñones, razón por la cual es muy apetecida en países asiáticos, lo que motiva a cazadores de Africa y Asia, lugares donde habita esta especie, a la que solo se le pone atención en episodios puntuales, como el del coronavirus, o al hablar de comercio ilegal.

Respecto de su tráfico, solo entre 2010 y 2015, precisa Rodríguez, se calcula que se han incautado una media de 20 toneladas de partes de pangolines por año, pero también hay confiscaciones “puntuales” en barcos o contenedores aeroportuarios que superan la cifra anual, como las “30 toneladas halladas en febrero de 2019 sólo en una embarcación de Malasia”.

Los datos referentes al número de ejemplares indican que se ha decomisado un millón de ellos en los últimos 10 años, aunque, según un estudio reciente centrado en el continente africano, se han interceptado “2,7 millones de animales sólo en un año en bosques de la República Democrática del Congo y de otros países africanos”.

A pesar de que en África también se le asignan esas cualidades, según Rodríguez, la principal razón por la que son cazados en algunas poblaciones de este continente radica en “abastecer ilegalmente al mercado de Asia”.

Muy solitario y de hábitos “muy escurridizos”, también se caracteriza por su “poca agresividad” pues, cuando se siente amenazado, “se enrolla hasta convertirse en una bola”, para escapar de sus grandes depredadores naturales que, según los lugares en los que se aloja, “puede ser el tigre de bengala u otros felinos”.

Una estrategia defensiva que, sin embargo, no ha evitado que “ahora esté al punto de la extinción”, pues de las ocho especies existentes todas se incluyen en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN): unas en estado crítico y otras en peligro.

Los pasos dirigidos hacia su conservación van “muy lentamente”, ya que hasta hace un año “todavía la seguridad social en China incluía medicamentos elaborados con componentes del pangolín”.

Uno de los hitos en su preservación se remonta a 2016 cuando fue declarado ilegal su comercio internacional, pero el tráfico “se sigue produciendo” y, por ejemplo, este ‘acorazado’ mamífero “no está incluido como animal de máxima protección en la ley de biodiversidad china”.

La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES), al que pertenecen más de 180 países, alcanzó en 2016 un acuerdo para prohibir totalmente el comercio de pangolines, pero su tráfico ilegal continúa al considerar que también tiene propiedades mágicas.

 Mientras se refuerzan las leyes internacionales al mismo tiempo que se concientiza a la sociedad de que sus ‘propiedades curativas’ se basan en “supersticiones no demostradas científicamente”, el pangolín se esfuerza por sobrevivir ante el peligro de que verdaderamente sea conocido cuando ya sea demasiado tarde.

Según el programa ONU Medio Ambiente, sus grandes y
alargadas garras le permiten cavar madrigueras subterráneas en busca de
refugio, así como escavar nidos de hormigas y termitas para obtener alimento,
con lo cual mezclan y airean el suelo. "Esto mejora la calidad de los
nutrientes de la tierra y ayuda la ciclo de descomposición, proporcionando un
sustrato sano para que pueda crecer la vegetación exuberante", indicó la
organización.
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