Quizás si la ONU hubiese escuchado la solicitud que hizo Chile al asumir la responsabilidad de organizar la COP25, en relación a fijar la fecha de realización del evento para enero y no para diciembre, dado que debían organizar también la Cumbre APEC en noviembre, probablemente la sede se hubiese mantenido en nuestro país, pero el organismo internacional no cedió ante el petitorio y nos encontramos a poco más de un mes de su fecha de realización con la incertidumbre de a dónde deberán trasladar sus rutas las más de  30 mil personas, entre delegados, invitados y prensa, que tenía todo listo para su llegada a la capital chilena en diciembre próximo.

Pero la XXV Conferencia sobre Cambio Climático de la ONU, oficialmente 25.ª Conferencia de las Partes y 15.ª Conferencia de las Partes en calidad de reunión de las Partes en el Protocolo de Kioto, incluso antes de su inicio, no será olvidada fácilmente. Es que nunca antes en la historia de las COP, un país había tomado una decisión como la que comunicó esta mañana el presidente Sebastián Piñera. Y esto sin considerar que se hizo con apenas un mes de anticipación.

Para quienes no conocen todas las alternativas de sedes que se barajaron inicialmente, podríamos  decir –sin temor a equivocarnos- que esta versión “venía fallada de fábrica”, esto porque la sede de la COP25 fue un problema desde que comenzó a planearse.

El anfitrión original era Brasil, pero durante la COP24 realizada en Polonia, el gobierno brasileño informó que no estaban dispuestos a organizarla. Decisión que fue tomada un mes antes de que el conocido negacionista del cambio climático, Jair Bolsonaro, asumiera la presidencia.

Tras esa negativa, Costa Rica fue la primera opción, por su reconocido liderazgo internacional en el tema, pero terminaron desistiendo por el alto costo que significa la cumbre. Corea del Sur se ofreció, pero en rigor le correspondía a América Latina albergarla. Entonces, apareció Chile.

Ya el año 2017, en la realización de la versión 23 de la COP Fiji tuvo un episodio similar de renuncia, cuando desistieron de su organización, por los altos costos que implicaba. La única salvedad al respecto es que el anuncio fue un año antes, entonces se tomó la decisión de que se hiciera en Bonn, Alemania, pero manteniendo la presidencia de Fiji, es decir, desde el principio se supo que se haría en Europa. Ahora, para el caso chileno, falta poco más de un mes para su realización y nadie sabe dónde deberán trasladar la cita planetaria más importante en cuanto a cambio climático se trata.

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