Biólogo colombiano lleva más de 25 años recopilando sonidos de la naturaleza
La colección de sonidos ambientales del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos de Colombia Alexander von Humboldt es la más completa de América Latina al contar con más de 23.348 archivos de audio. La colección es mérito del biólogo Mauricio Alvarez Rebolledo, quien fue pionero en grabar los sonidos de la naturaleza y ya completa 25 años en esa labor.
“En la naturaleza uno ve muy poco de lo que oye”, así describe el biólogo Mauricio Álvarez su experiencia de más de 25 años recorriendo selvas y distintos ecosistemas de Colombia. Su lugar favorito es el río Duda, afluente del río Guayabero en el departamento del Meta, en donde empezó como encargado de la estación primatológica de La Macarena.
“Era adictivo llegar a los sitios de muestreo a las 5 de la mañana, justo antes de que amaneciera. El bosque para ese momento es un lugar lleno de sombras. En la medida en que se va ganando luz, los sonidos empiezan a incrementarse hasta la explosión de un concierto que pocos tenemos el privilegio de apreciar. Es justo en ese momento en que debe empezarse a grabar”, describe Álvarez.
25 años recorriendo selvas y ecosistemas colombianos
El biólogo Mauricio Álvarez Rebolledo ha recorrido, durante 25 años, selvas y diferentes ecosistemas colombianos. A lo largo de este tiempo, ha coleccionado 23.348 archivos de audio que se encuentran en el archivo de sonidos ambientales del Instituto Humboldt de Colombia.
El biólogo colombiano ha reunido registros de especies y de paisajes naturales de más de 550 localidades de los ecosistemas colombianos en las regiones Andina, Caribe, Orinoquia y Amazonia.
Dentro de los sonidos, se encuentran 1.030 especies. El 69% de ese número total son aves nativas registradas para el país; el 2% son anfibios; y el 3%, mamíferos.
Monitorear la diversidad
El equipo investigativo de la colección del Instituto Humboldt ha producido ocho guías sonoras. Dentro de ellos, se recompilan los cantos de aves en 14 CDs de audio, con registros principalmente para la zona Andina.
De acuerdo con Álvarez, “lo más estimulante es escuchar un sonido que no se puede identificar y empezar a buscarlo para luego confirmar que se trata de un nuevo registro o una nueva especie endémica para el país”.
El estudio de los paisajes sonoros permite evaluar el estado de conservación de los distintos ecosistemas y conocer el impacto de la intervención humana, así como monitorear la biodiversidad a largo plazo.
A Álvarez no deja de sorprenderle la velocidad del desarrollo tecnológico. “Hoy es posible instalar grabadoras autónomas que se programan para que capten sonidos en determinados intervalos por largos períodos de tiempo, así como la digitalización del material”, concluyó el biólogo.