Jaguares aumentan población en parques de Iguazú pero continúan en peligro de desaparecer

Después de casi perder su población de jaguares en la primera década de este siglo, el área del Bosque Atlántico en la frontera entre Brasil y Argentina registró un aumento de más del doble en el número de individuos: hoy 105 jaguares viven en los parques nacionales de ambos países. Los gobiernos de Brasil y Argentina se han unido para intensificar las acciones de inspección, lo que resultó en la detención de cazadores. Las investigaciones científicas también han inhibido a los cazadores, pues saben que el área es monitoreada por cámaras camufladas.

En diciembre pasado, las cámaras trampa instaladas en el Parque Nacional do Iguaçu de Brasil—unidad de conservación que alberga una de las áreas remanentes de este bioma— capturaron a un nuevo miembro de la población de jaguares (Panthera onca) que habita la región, en la frontera con Argentina.

La hembra, bautizada como Cacira, se contará en el próximo censo de la especie, que se realizará en el primer semestre de este año a ambos lados del río Iguazú, donde se encuentran el parque brasileño y el argentino, Parque Nacional Iguazú, en un esfuerzo conjunto de investigadores de ambos países.

Cacira es parte de una tendencia creciente en el número de jaguares en la región, después de una pérdida casi total de su población en el lado brasileño en la primera década del siglo. Si a principios de la década de 1990 había alrededor de 400 individuos entre los dos países, en 2005 solo quedaban 40, y de estos, solo ocho en la parte brasileña (en 2008). Los factores principales que empujaron a la especie al borde de la desaparición fueron la caza y la pérdida de hábitat producto de la deforestación intensa en esta parte del bioma de la Mata Atlántica.

Sin embargo, se produjo un cambio a partir del 2010, cuando los números comenzaron a aumentar, llegando a 58 jaguares en ambos países (de estos, 14 en Brasil). Los investigadores contaron 90 en 2016 (22 en Brasil) y 105 en 2018 (28 en Brasil).

«El objetivo es llegar a 250 individuos en total, un número que la región podría mantener en su estado actual», dice Ronaldo Morato, coordinador del Centro Nacional de Pesquisa e Conservação de Mamíferos Carnívoros (Cenap), órgano vinculado a ICMBio.

Argentina tiene una mayor cantidad de jaguares porque el área cubierta por el censo incluyó, además del Parque Nacional Iguazú, otros dos parques en la provincia de Misiones y 400 mil hectáreas de bosque. En Brasil, el muestreo se limitó al Parque Nacional do Iguaçu, una franja verde de 185 mil hectáreas rodeada de cultivos.

Especies clave en la regulación del ecosistema

«El jaguar sufre una fuerte amenaza en el Bosque Atlántico en su conjunto porque es una región altamente urbanizada, donde viven más de 140 millones de personas, es decir, dos tercios de la población brasileña. Lo que ayuda a la especie en la región de la Serra do Mar, en el mosaico de unidades de conservación [en las províncias de São Paulo, Paraná y en la frontera con Río de Janeiro], es que es una zona muy montañosa, de difícil acceso. Allí viven poco menos de cien jaguares», dice el jefe de Cenap.

No solo en el Bosque Atlántico se encuentra el animal en una situación vulnerable, y no solo en Brasil. «Como el gran remanente de bosque, la Amazonía es el bioma que garantiza la supervivencia del jaguar a largo plazo. Sin embargo, sus bosques están amenazados en todos los países amazónicos, como Colombia, donde las áreas forestales han sido reemplazadas por la plantación de palma para la extracción de aceite», dice Morato.

«Lo mismo es cierto en Centroamérica, además del Cerrado y de la Caatinga brasileños. La conversión del bosque en pasto aumenta el acceso humano a estas fronteras y, por lo tanto, también aumenta la posibilidad de la caza».

El felino salvaje más grande de América —cuyas manchas a lo largo de todo su cuerpo son únicas en cada animal— está presente en todos los biomas brasileños, excepto el de la Pampa, donde está extinto. El jaguar es una especie clave en la regulación del ecosistema, ya que, como depredador importante en la cadena alimenticia, controla la población de herbívoros (pecaríes, carpinchos, tapires, cerdos salvajes, etc.) que se alimentan de plantas jóvenes, que todavía están creciendo, y que reemplazarán a las más antiguas en el futuro.

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