Investigadores logran rastrear movimientos migratorios de tiburón ballena el único tiburón que come plancton

Por primera vez, científicos logran rastrear satelitalmente a un tiburón ballena de Galápagos entrando al Parque Nacional Isla Coco en Costa Rica. El hallazgo es una prueba importante para lograr proteger el corredor migratorio que une estas dos áreas marinas protegidas, utilizadas por numerosas especies en peligro de extinción.

En su primera salida a campo de los científicos después del confinamiento por la pandemia, lograron marcar a un tiburón ballena, el que fue bautizado como Coco. La marca era un dispositivo satelital que quedó instalado firme en su aleta dorsal. Se lo pusieron con una “pinza de presión”, un método poco invasivo y Coco apenas lo sintió. Siguió nadando despreocupada, indiferente ante la presencia de los hombres ranas que, al lado de sus 12 metros de largo, parecían diminutos. Coco es hembra y nació siendo tiburón, pero como es tan grande y come plancton —a diferencia de la mayoría de los tiburones conocidos por ser carnívoros— la ciencia decidió llamarla, y a todos los de su especie, tiburón ballena (Rhincodon typus).

Seguir su recorrido

El científico Alex Hearn miraba atónito la pantalla de la computadora donde podía leer la posición exacta de Coco en el océano, justo tres semanas después de haber sido marcada en Darwin, la más remota de las islas del archipiélago de Galápagos.

Gracias al aparato instalado en su aleta dorsal, es posible seguir su recorrido, pues cada vez que sale a la superficie envía una señal al espacio que es captada por un satélite en órbita.

La ruta que indicaba la marca satelital era clara. Coco había comenzado a moverse rápidamente y sin distracciones a través de la cordillera del Coco. Una cadena de montañas y volcanes submarinos que se extienden por 1200 kilómetros desde las islas Galápagos hasta la costa pacífica de Costa Rica. Luego de tres semanas de viaje, el enorme animal ingresó al Parque Nacional Isla Cocos, en Costa Rica. Era la primera vez que el científico veía entrar a esta área protegida a un tiburón ballena de Galápagos y Coco fue bautizada en honor al hallazgo.

Hace 10 años que Hearn, quien es parte del proyecto Tiburón Ballena del Galápagos Science Center de la Universidad de San Francisco de Quito, instala marcas en estos animales para poder saber cuáles son sus patrones migratorios. No era la primera vez que un tiburón ballena seguía la ruta de la cordillera del Coco, pero siempre, en algún lugar de la vía, se desviaba antes de entrar al Parque Nacional costarricense. Este viaje fue diferente y entregó la prueba irrefutable de que los tiburones ballena se mueven entre ambas reservas marinas, Galápagos e Isla Cocos, a través de esta MigraVía que desde hace años los científicos insisten proteger para resguardar a las especies que por ahí transitan, como tiburones y tortugas en peligro de extinción.

Coco permaneció solo dos días en el Parque Nacional de Costa Rica y luego siguió rumbo a la costa de Ecuador continental. La última vez que el GPS envió una señal fue hace dos semanas y se encontraba a mitad de camino.

Desde Isla Darwin en Galápagos

Conocidos por ser animales solitarios y que nadan en aguas abiertas, existen pocos lugares en el planeta donde se les ve reunidos. En la mayoría de esos casos, se trata de individuos juveniles, es decir, que no han alcanzado su tamaño de reproducción y no sobrepasan los siete metros. Además, generalmente son machos y se encuentran para alimentarse. Es el caso, por ejemplo, de los tiburones ballena que es posible ver a las afueras de la costa del Perú.

Pero Coco forma parte de una población distinta y única en el mundo, la de isla Darwin, en Galápagos, donde hasta el 99 % de estos animales son hembras adultas y grandes. “Son del doble del tamaño de las que se ven en las agregaciones costeras”, asegura Hearn.

Llegan hasta allí todos los años, entre julio y octubre, pero no se quedan. Están de paso y por ahora nadie sabe para qué, porque no se les ve alimentándose. Tampoco se sabe para dónde van luego, porque todas toman rumbos distintos. De igual manera tampoco se sabe para qué Coco fue a isla Cocos, ni para qué se dirige ahora a la costa de Ecuador.

Tal vez para reproducirse, pero lo cierto es que tiburones ballena recién nacidos se han encontrado unos 20 a nivel global y generalmente en aguas profundas. Por eso se cree que estos animales no tienen una zona precisa de crianza. Tampoco se tiene idea alguna de dónde copulan con los machos.

Por ahora, los científicos se concentran en intentar responder la pregunta de hacia dónde van. Algo nada fácil porque “cada tiburón que marcamos va a un lugar diferente”, dice la bióloga Sofía Green, investigadora miembro del equipo de Tiburón Ballena. Saber dónde van “es uno de los misterios más grandes que nosotros estamos intentando resolver”, concluye la científica.

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