Según pronósticos sobre los efectos del cambo climático en nuestro diario vivir, a lo menos habrá seis consecuencias, de las que ya estamos viendo sus efectos. En este artículo preparado por  Camilo Navarro Ceardi, Socio de la Fundación Cisne Negro y Socio Director de ProAmérica, además de ser docente de la Facultad de Economía y Negocios de la U. de Chile, se analizan los efectos que está generando el abrumador cambio climático en la gestión de riesgos a los que nos vemos afectados como habitantes de este planeta cada vez más calido.

Los pronósticos que se hacen respecto a lo que significaría el cambio climático en nuestro diario vivir señalan: a) habrá un aumento gradual del valor medio de la temperatura global y modificación del régimen de precipitaciones; b) se incrementará la presencia de inviernos cortos y suaves con mayor peligro de heladas primaverales; c) aumentará la intensidad de los ciclones tropicales, las ondas de calor y la intensidad y frecuencia de eventos extremos como sequías, lluvias torrenciales e inundaciones; d) habrá una mayor incidencia de plagas y enfermedades; e) cambiarán los patrones de producción y su distribución geográfica; y f) la evaluación de riesgos será más compleja.

Veamos ahora que ha pasado, en 17 de los últimos 18 años (2000 a 2017) encontramos los años más calientes de los que se tenga registro.

Gráfico 1: Desviación de la temperatura media mundial para el periodo 1880 -2017


Luego, se señala que el cambio climático probablemente dé lugar a una mayor frecuencia de inviernos cálidos y primaveras adelantadas, lo que, favorecerá el desarrollo temprano de las plantas, la prolongación del periodo de crecimiento y el crecimiento anticipado del cultivo, lo que hace que cada vez sea más vulnerable a olas de frío, ya que la frecuencia y gravedad de las heladas a finales de primavera no ha cambiado mucho a lo largo del tiempo. Las condiciones más cálidas, especialmente durante el invierno, entrañan otros problemas para la agricultura, en el sentido de que afectan a la proliferación de especies invasoras y enfermedades. Además, fenómenos meteorológicos como la sequía, fuertes precipitaciones y tormentas pueden ser cada vez más frecuentes y severos debido al cambio climático, afectando aún más al medio de sustento de los agricultores. A modo de ejemplo, si analizamos la floración del manzano en el hemisferio norte y la fecha de la última helada, vemos como ha venido cambiando y se proyecta que se agudice dicho cambio, adelantándose la floración, así como la fecha de la última helada, lo que determinan el riesgo.

Gráfico 2: Floración del Manzano y fecha de ultima helada en Manzanos

Por otra parte, si observamos el número de eventos catastróficos en los últimos 47 años en el planeta, es clara la tendencia de aumento de las catástrofes naturales, de menos de 50 por año a casi 200 por año, no siendo tan evidente esa tendencia en el caso de los siniestros antropógenos, asociados a la actividad humana y que salvo, en parte los incendio, no se le pueden atribuir al cambio climático.

Gráfico 3: Eventos catastróficos 1970-2017

Además, según el World Economic Forum, de todos los riesgos que pueden afectarnos, entre los diez más probables, cinco son medioambientales y, en cuando a los de mayor mpacto, 4 de 10 son medioambientales.

Tabla 1: Resumen Riesgos Globales 2018

Y ahora, ¿qué podemos/debemos hacer? Lo primero, es mitigar el cambio climático, que buena parte de éste ya lo estamos viviendo, por ello, adaptarnos, independiente de cuanto logremos mitigarlo cobra una gran relevancia. Ahí aparecen las estrategias de gestión del riesgo, así como los distintos instrumentos y/o herramientas que disponemos para hacer sostenibles las distintas actividades.

Entonces, existen distintas estrategias en función del nivel de riesgo que enfrentamos, que deberíamos aplicar en cada actividad productiva en que estemos, en particular, las que se realizan al aire libre, que están más expuestas al cambio climático.   

Tabla 2: Estrategias de Gestión de Riesgos

Dentro de las herramientas que ofrece el mercado, la más desarrollada es la de los seguros, donde lo que se busca es transferir a terceros los distintos riesgos a que estamos expuestos. Y en particular, para transferir los riesgos climáticos (lluvias excesivas o extemporáneas, heladas, sequías y vientos fuertes) y de incendio para frutales y plantaciones forestales, no sólo existen seguros, sino que además el Estado de Chile subsidia su prima, por lo que, cada empresa debería definir su propia estrategia de gestión de riesgo para asegurar la sostenibilidad de la misma.

Camilo Navarro Ceardi, Socio Fundación Cisne Negro y Socio Director de ProAmérica, además de ser docente de la Facultad de Economía y Negocios de la U. de Chile
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